INSTITUTO NUESTRA SEÑORA DE LA MISERICORDIA A-58

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Virgen de la Misericordia


Las apariciones en Savona nos muestran a María, la dulce y tierna MADRE DE MISERICORDIA, velando, protegiendo, defendiendo, animando a sus hijos y prodigándoles gracias y bendiciones en éste, como en todos los lugares privilegiados, por Ella escogidos, para construirlos sede de sus celestiales favores.

Las dos apariciones de María


Primera Aparición

Así, el 18 de marzo de 1536, en el valle de San Bernardo, a orillas del arroyuelo Letimbro, se aparece a un sencillo labrador, Antonio Botta, que bajaba muy de mañana, a lavarse las manos. Este se vio rodeado de un resplandor extraordinario, venido del cielo.

Refiere el afortunado vidente:
Oí una voz que, de en medio del resplandor, me decía:

- ¡Ea! levántate y no temas, pues Yo soy la Virgen María.
Levantándome -prosigue- me pareció ver en aquel resplandor, pero siempre confusamente, a una señora, que me dijo estas palabras:

- Ve a tu confesor y dile que anuncie al pueblo, en la Iglesia, que ayune por tres sábados y que haga por tres días la procesión en honor de Dios y de su Madre; tú luego te confesarás y comulgarás, y el cuarto sábado volverás a este lugar.
Y, mientras esto decía, oí por la carretera pública a unos arrieros que pasaban. Temiendo que me viesen, quise esconderme, mas Ella me dijo: - No temas, pues no nos podrán ver.
Y dichas estas palabras, desapareció la figura juntamente con el resplandor.
El piadoso Antonio se apresuró a presentarse a su Párroco, en la Iglesia de San Bernardo, y le narró con lágrimas el prodigioso acontecimiento.
Fue tan sincera su exposición, que el Párroco no titubeó y de inmediato se dirigió a Savona para informar a los Superiores Eclesiásticos. Aquel mismo día fue llamado Antonio, y su simplicidad hizo que el hecho se aceptara como verdadero.
Segunda Aparición

Llegó el cuarto sábado - 8 de abril - y, obediente a la orden de la SANTÍSIMA VIRGEN, Antonio se dirigió al lugar designado por Ella.
Así nos dice el protagonista.
Habiendo vuelto el cuarto sábado al mismo lugar, y rezando de rodillas mis oraciones, he aquí que repentinamente bajó del cielo un resplandor, aún mayor que la primera vez, y se posó sobre una piedra que se hallaba a la orilla, y me rodeó de tal modo que me impidió ver, no sólo los montes, sino también los árboles más cercanos. Claramente vi en el resplandor a una Señora con vestidura y manto blancos y con una corona de oro en la cabeza.

Bajando y extendiendo las manos me habló así:

- Ve a los de Savona, quienes, para asegurarse acerca de las cosas que Yo te mandé decir el otro día, te enviaron a preguntarme, y diles: que anuncien al pueblo que ayune tres sábados, y que hagan por tres días la procesión todos los Religiosos y casas de Disciplinantes: y -a ellos- se les recomiende la disciplina, especialmente el día Viernes Santo. Porque si no fuera por aquellas pocas oraciones y buenas obras que practican las cofradías y otros siervos de Dios, sería el mundo mucho más atribulado de lo que es; y exhorten a todo el pueblo a enmendarse de su mala vida, porque mi Divino Hijo está hoy muy enojado contra el mundo por las muchas iniquidades que al presente reinan en él: y si esto no hicieren, su vida será corta.
Entonces yo le respondí:

Si no me dais alguna señal, no me creerán.
Y Ella me dijo:

- Yo les di tal señal interior, aquella tarde en que fuiste llamado delante de ellos, que creerán sin necesidad de otra.
Enseguida añadió:

- Tú seguirás, después, tu vida. Y Yo inspiraré a muchos lo que deberán hacer...
Y acabando de decir esto, levantó las manos y los ojos al cielo, dio tres veces la bendición sobre el arroyuelo, repitiendo siempre:

- MISERICORDIA Y NO JUSTICIA.
Luego desapareció y quedó en aquel lugar, por mucho tiempo, una suave fragancia.

HOMENAJE DE AMOR


El 21 de Abril de 1536, trece días después de la segunda aparición, se promulgó el decreto de erección, de un oratorio, en el lugar donde se manifestó la Virgen; y a menos de un mes, fue inaugurado.
Pero el incremento de la devoción a María hizo que sus hijos quisieran dedicarle un suntuoso templo, cuya construcción comenzó el 11 de junio del mismo año.
Simultáneamente, vecino al Santuario, se construyó un Hogar para acoger a pobres y enfermos que iban a implorar el patrocinio de la Virgen.
Estas construcciones se realizaron en poco más de cuatro años, y luego se emprendió la dificultosa tarea de abrir un camino espacioso que llevara al Santuario, desde la ciudad de Savona.
La piedad de los savoneses hizo todo posible, además de una plaza ante el Santuario y nueve capillitas distribuidas, de trecho en trecho, para confortar a los fieles que peregrinaban, para visitar a la Madre.

LA MADRE DE LA MISERICORDIA Y LOS PAPAS


Los Sumos Pontífices concedieron, en el transcurso de los siglos, privilegios al Santuario de la Madre de Misericordia. El primero en visitarlo fue Su Santidad Paulo III, en 1538.
En 1809, Su Santidad Pío VII llegó a Savona, en calidad de prisionero de Napoleón Bonaparte. El pueblo pidió al Papa que coronase a la sagrada Imagen, que había sido despojada impíamente de la corona y demás dones con que sus hijos la habían adornado.
El 10 de mayo de 1815, ya libre de su cautiverio, Pío VII cumplió su promesa: hizo la solemne coronación de María Santísima de la Misericordia, en el Camarín del Santuario.